Trabajo productivo

Trabajo productivo

No esperes a que otra persona te establezca un plazo; fíjalo tú mismo.

En la escuela y la universidad nos han enseñado que debemos estudiar un nuevo contenido en un tiempo determinado y demostrar que lo entendemos. Si lo apruebas, puedes dejarlo ahora y prepararte para el siguiente “plazo”. Sin embargo, esto tiene un efecto secundario negativo: cuando terminemos la formación, nadie más podrá establecer los plazos. La gente se vuelve aletargada e inactiva como resultado (que, por cierto, es la razón por la que a muchos estudiantes de la escuela y la universidad no les va mejor en la vida).
Las personas que tienen éxito no esperan a que otros tomen decisiones por ellos. Cumplen con el mínimo de plazos externos (impuestos, como la presentación de declaraciones y el pago de impuestos a tiempo) mientras persiguen enérgicamente los objetivos internos (autoimpuestos). Lo importante es ser (pro-)activo en lugar de pasivo.

Lleve la cuenta de su tiempo como si fuera una cuenta bancaria.

Nos gusta suponer que nos conocemos bien a nosotros mismos. Pero cuando nos piden que recordemos lo que estábamos haciendo hace una semana en el mismo día… A pesar de ello, el tiempo es el recurso más valioso que tenemos. Requiere el mismo nivel de atención que el dinero de la cuenta bancaria. Siempre puedes ganar más dinero, pero no podrás recuperar el tiempo que has perdido en vano.
Lleva la cuenta del tiempo que dedicas a las diferentes tareas, tanto diarias como personales. Es posible que te sorprenda la cantidad de tiempo que pierdes.

No te dejes llevar por tus defectos; en su lugar, céntrate en tus puntos fuertes.

La gente cree que el primer paso es abordar sus propios defectos. En realidad, es más vital mejorar lo que se te da bien que lo que no. Al fin y al cabo, si ya tienes un punto fuerte, indica que ya estás haciendo algo mejor que la mayoría de la gente y que eres consciente de las áreas en las que puedes mejorar. Y en esta situación, ¡el aumento será exponencial! Cuando se trabaja en las vulnerabilidades, no ocurrirá nada de eso porque estarás empezando desde el principio.

Prioriza en función de la importancia y no del orden

Cada tarea tiene un nivel de prioridad diferente. Pregúntate siempre: “¿Qué es lo más importante que hay que hacer ahora mismo?” y hazlo.

No aceptes más de lo que eres capaz de hacer.

No puedes comerte toda la pizza tú solo (a no ser que quieras tener problemas de sobrealimentación y obesidad), y tampoco puedes asumir demasiado. Si tratas de lograrlo todo por ti mismo, tu mente puede no ser capaz de manejarlo y, como resultado, puedes experimentar estrés, depresión y desmotivación. ¿Y si eres incapaz de rendirte? Contrata alguna ayuda o divide la gran tarea en trozos más pequeños.

Asegúrate de delegar a tiempo.

No te sientas obligado a completar todas las tareas; hacer más no siempre es mejor. Identifica las tareas que pueden ser delegadas a otros sin causar mayores problemas, y céntrate en las más críticas.

Piensa en lugar de memorizar

Ningún Homo Sapiens puede memorizar la cantidad de datos que ha producido la humanidad. “Ya has olvidado más de lo que sabes”, dice un proverbio popular. Al mismo tiempo, acceder a ellos en el siglo XXI es mucho más fácil que antes: basta con coger el smartphone y teclear una consulta. En consecuencia, es preferible pensar con el cerebro. Es beneficioso pensar en general.

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