La gente cree que el primer paso es abordar sus propios defectos. En realidad, es más vital mejorar lo que se te da bien que lo que no. Al fin y al cabo, si ya tienes un punto fuerte, indica que ya estás haciendo algo mejor que la mayoría de la gente y que eres consciente de las áreas en las que puedes mejorar. Y en esta situación, ¡el aumento será exponencial! Cuando se trabaja en las vulnerabilidades, no ocurrirá nada de eso porque estarás empezando desde el principio.
Cada tarea tiene un nivel de prioridad diferente. Pregúntate siempre: “¿Qué es lo más importante que hay que hacer ahora mismo?” y hazlo.
No puedes comerte toda la pizza tú solo (a no ser que quieras tener problemas de sobrealimentación y obesidad), y tampoco puedes asumir demasiado. Si tratas de lograrlo todo por ti mismo, tu mente puede no ser capaz de manejarlo y, como resultado, puedes experimentar estrés, depresión y desmotivación. ¿Y si eres incapaz de rendirte? Contrata alguna ayuda o divide la gran tarea en trozos más pequeños.
No te sientas obligado a completar todas las tareas; hacer más no siempre es mejor. Identifica las tareas que pueden ser delegadas a otros sin causar mayores problemas, y céntrate en las más críticas.
Ningún Homo Sapiens puede memorizar la cantidad de datos que ha producido la humanidad. “Ya has olvidado más de lo que sabes”, dice un proverbio popular. Al mismo tiempo, acceder a ellos en el siglo XXI es mucho más fácil que antes: basta con coger el smartphone y teclear una consulta. En consecuencia, es preferible pensar con el cerebro. Es beneficioso pensar en general.